Publico en The Conversation un artículo en el que comento el estado actual de la censura en el mundo de los videojuegos y cómo tras aceptar la violencia, la moral se impone sobre lo sexual y lo sensual. Una situación anómala para un medio de entretenimiento narrativo que llega a un público masivo y que, por tanto, no está rigiéndose por los mismos parámetros que otras industrias audivisuales.